¿Cuál era la situación general del país previa a la aparición de la pandemia?
La situación vienen condicionada desde hace años por una crisis sistémica del régimen español (en términos de corrupción, involución autoritaria y aumento de las desigualdades sociales) y por el conflicto entre las reivindicaciones democráticas del pueblo catalán y la represión del Estado español: movilizaciones, presos políticos, persecuciones, intoxicación mediática, etc. Económicamente se intuía una nueva crisis, ya que lejos de apostar por un tejido productivo propio, el gobierno español solo defiende los intereses de la oligarquía financiera, especuladores, constructores y gran patronal de turismo. A nivel de salud pública la situación ya era precaria debido a los recortes y privatizaciones de la crisis anterior, que no han sido revertidos.
¿Cómo caracterizarías la actitud del gobierno nacional para enfrentar al COVID-19?
La del gobierno del Estado ha sido una respuesta en términos ideológicos de ultranacionalismo español que demuestran la involución fascistoide del Estado: recentralización competencial, llamadas a la unidad nacional, estado de alarma, discurso de guerra, despliegue del ejército, abusos policiales… y, en contraste, ni una sola medida de protección social. Se pasaron la primera semana haciendo promesas (renta mínima, prohibición de despidos, protección a los autónomos, suspensión de alquileres…) y no han cumplido ni una sola de ellas.
El gobierno catalán, con muchas de sus competencias intervenidas, ha tenido escaso margen de maniobra, y a pesar de articular un discurso más favorable a la protección de la salud pública y los derechos sociales, en la práctica tampoco ha hecho una gestión a favor de las clases populares.
¿A qué le atribuís la actitud adoptada por el gobierno?
A su total supeditación a los poderes fácticos del Estado: por una parte una oligarquía y una patronal que aprietan contra las medidas sociales y de protección de la salud pública, y a favor de seguir con la políticas neoliberales; por otro lado el deep state (alto funcionariado, el ejército y, especialmente, la judicatura, plagada de fascistas) que ha forzado un verdadero golpe de estado contra el sistema autonómico, contra las libertades civiles y, especialmente, contra las reivindicaciones del pueblo catalán.
¿Qué efectividad consideras que tienen las medidas adoptadas?
Con el mayor número de muertos por cada millón de habitantes de todo el planeta, puede afirmarse que la gestión ha sido un desastre en lo referente a salud; lo mismo está pasando a nivel social, con centenares de miles de personas que han de recurrir a la beneficencia para alimentarse; y a nivel de libertades, mientras se prohíben movilizaciones obreras o independentistas, se toleran las manifestaciones de la extrema derecha de los barrios altos, promovidas por el mismo tramado mediático del régimen.
¿Cuál ha sido la actitud de la oposición en esta situación? ¿Actuaron con prudencia y colaborando a mejorar o aprovecharon para golpear al gobierno?
El llamado “gobierno de progreso” ha hecho una gestión tan a la derecha de la crisis, que la oposición no ha tenido más remedio que, o darle apoyo, o situarse en planos extraterrestres con discursos a lo Trump, Bolsonaro, etc.
¿Cómo repercutió este nuevo escenario en la economía nacional?
En Catalunya, dónde todavía existe un cierto tejido productivo de pequeñas y medianas empresas, autónomos, etc., la cosa va camino del desastre, ya que son estos sectores, junto a la gran masa de trabajadores, los que están siendo más perjudicados. Por contra, todo parece indicar que la banca, las grandes constructoras y las multinacionales van a seguir imponiendo su ley y aumentar beneficios a costa de más explotación y menos impuestos y protección social.
Por otra parte, parece que el comercio online y el teletrabajo han llegado para quedarse, y esto requerirá tanto de un apoyo a los productores y al comercio local para adaptarse a esta situación, cómo de unas estrictas regulaciones laborales que impidan la sobreexpotación o la precarización vía teletrabajo.
¿Cómo repercutió la pandemia en el día a día del pueblo?
Como ya comenté, la situación de los trabajadores más precarizados es dramática, con problemas para mantener la vivienda y alimentarse. El cierre de escuelas, las restricciones al movimiento y a las relaciones humanas están suponiendo también un trastorno en una sociedad mediterránea como la nuestra, donde las relaciones sociales, la afectividad, el uso compartido del espacio público, etc. forman parte esencial de nuestra idiosincrasia.
¿Cuál es la percepción en las calles tanto de las medidas como de la situación cotidiana?
Hay una mezcla de conformismo ante lo que se vende como catástrofe natural, de indignación ante la incompetencia de los gobernantes (y la corrupción de políticos y de la casa real española), y de escepticismo respecto el futuro más inmediato. Aún no hay la conciencia social suficiente de que será necesario luchar muy fuerte por los derechos sociales y las libertades en los próximos meses. En Catalunya la situación es algo diferente en este sentido, ya que la red asociativa y el movimiento republicano están organizados desde la base y ya durante esta semanas se han puesto en marcha programas de solidaridad, de protección social y apoyo mutuo, etc.
¿Qué rol están jugando las FFAA en esta particular situación?
En Catalunya, ejercer de lo que son: un ejército de ocupación, lucir armamento ante la población y recordar que están aquí para impedir que ejerzamos el derecho a la autodeterminación.
Más allá de las medidas oficiales ¿Cómo está haciendo el pueblo en general para sobrellevar esta situación?
Como decía, en Catalunya se han organizado talleres para la elaboración y distribución de mascarillas, batas y otros materiales de protección, voluntarios que llevan la comida a las personas vulnerables, etc. Incluso centros de investigación y pequeñas empresas se han puesto a disposición de las necesidades más urgentes. Pero el problema es estructural: la precariedad del sistema sanitario público y de sus trabajadores, la falta de inversión en investigación, el desastre de las residencias privadas para personas mayores, etc…
¿Cuál es la actitud de los empresarios?
Podemos distinguir entre el tejido empresarial enraizado en el pueblo, que en términos generales ha adoptado una actitud entre comprensiva e incluso colaborativa, y los grandes empresarios y oligarcas, que además de mostrar su total desprecio por la vida de los trabajadores, están de nuevo aprovechando la situación para exigir medidas antisociales que garanticen sus beneficios a costa de la salud y las condiciones de vida de la mayoría.
Del mismo modo, ¿Cómo están actuando los medios de comunicación?
Los observatorios internacionales de prensa hace años que denuncian la prensa española como la menos fiable de todos los países de la OCDE. En la práctica, los medio propiedad del Estado y de las dos grandes corporaciones mediáticas actúan o repitiendo los mantras del discurso oficial, o haciéndose eco del discurso de la extrema derecha. Nacionalismo español, falso buenismo social combinado con defensa de políticas neoliberales, sino fobia… Ni una sola crítica por la izquierda a la gestión del gobierno, ni una sola voz que defienda una salida a la crisis basada en derechos sociales, soberanía popular y libertades democráticas.
¿Cuáles crees que serían las medidas más urgentes que debería adoptar el gobierno en este contexto, entendiendo las particularidades del país?
El Estado español, por su carácter autoritario y oligárquico será siempre incapaz de dar respuesta a las necesidades de sus ciudadanos y de los pueblos que sufrimos su existencia. Un Estado al servicio de las necesidades populares, y pensando desde Catalunya, debería recortar drásticamente los presupuestos de defensa e interior y establecer una taxa (impuesto) a las grandes fortunas y a las transacciones financieras, para garantizar una renta básica de ciudadanía y nacionalizar y poner al día toda la red sanitaria y asistencial. Suspender el pago de alquileres mientras dure el confinamiento y regularlos para siempre. Suspender también durante este período las cuotas de autónomos. Nacionalizar o poner bajo control público agua y energía para garantizar la calidad y universalidad de los servicios. Restituir los derechos civiles perseguidos desde la Ley Mordaza…
Todo esto, en el caso del Estado español, implica necesariamente un proceso de ruptura democrática respecto a los poderes que hoy, cómo desde el franquismo, lo controlan; y en el caso concreto de Catalunya, por el fin de la represión y la ocupación y la finalización del proceso de autodeterminación.
[Aquest article es publicà originalment a Trinchera]